lunes, 10 de diciembre de 2018

GILETS JAUNES. CHALECOS AMARILLOS

Estos días estamos viendo (lo que nos dejan ver, claro está, pues hay muchas cosas que no salen en la TV), una de las mayores protestas sociales en Europa en los últimos años. Algo así como el 15M, aunque con diferencias evidentes, pero de esa magnitud. El 15M fue básicamente de revisión de ideas y conceptos políticos que habían dejado de funcionar. De ese modo, el "no nos representan", "le llaman democracia y no lo es", "no hay pan para tanto chorizo"...y otros eslóganes trascendieron o se instalaron en el imaginario popular. Sea como fuere, las cosas no son como eran y no lo volverán a ser.

Era cuestión de tiempo que aquellas ideas o por lo menos el malestar que las generó germinasen y fructificasen en acciones más contundentes, acordes a las agresiones que sufre la gente en su día a día por parte del poder político, representante no confeso del poder económico, jerifalte último de ésta(s), nuestra(s) sociedad(es). Así, Francia, país vecino donde las clases populares han dado sobradas muestras de saber organizarse y defenderse, ha estallado contra las últimas medidas fiscales disfrazadas de falso ecologismo pero que en última instancia pretenden lo de siempre: que el pobre pague el pato de los desmanes de los de arriba.

Los chalecos amarillos, les Gilets Jaunes, su lucha y determinación plasmada en una movilización pocas veces vista en intensidad y duración, han conseguido en unos pocos días lo que siempre nos dicen que es imposible: CAMBIOS. A la semana de estar ocupando calles y vías de comunicación, el presidente francés, Macron, ya retrocedió y anunció una moratoria en el impuesto que grava los carburantes y joroba a miles de transportistas autónomos, y de paso al resto de ciudadanía (pobre, ya que la rica le da igual pagar unos euros más por un depósito sabiendo que es un impuesto no progresivo, que no pagas en función de ser más o menos rico). 

Pero esta vez, el poder, Macron en este caso, ha calculado mal y ahora la retirada de la medida fiscal no es suficiente para aplacar los ánimos de la gente. Ya no se conforman con eso, Ahora piden reformas profundas, paquetes de medidas sociales, la dimisión de Macron, e incluso se oyen fracciones organizadas luchando por la revolución anticapitalista. En honor a la verdad, también hay que prevenirse ante las infiltraciones del Front National de le Pen, pero eso siempre puede ocurrir y hay que estar alerta. En esencia, les Gilets Jaunes es un movimiento autónomo y autoorganizado.

Como era de esperar, Macron y la patronal han convocado de forma desesperada a sindicatos, esos  actores sociales tan acostumbrados a sacar las castañas del fuego al poder cuando se ve con el agua al cuello. Anuncian ya que aprobarán un paquete de medidas sociales...en materia de vivienda, transporte, sanidad, educación...impresionante. La pregunta que nos viene a la cabeza es, de forma inevitable: por qué no lo daban antes?

La respuesta es simple. No lo daban porque nadie les obligaba a ello. Ahora no les queda otro remedio si no quieren perderlo todo en el envite. Esta es la principal lección que debemos extraer de la lucha de los Gilets Jaunes. Que la lucha sirve, si es organizada y contundente. Manifestaciones ignoradas por los gobiernos de turno durante décadas no hacen sino señalar el camino y el lenguaje que entiende el poder. La capacidad de chantaje de la gente es el arma principal, unido a la solidaridad de clase y al discurso de cambio profundo (aunque a veces se escriba con los renglones torcidos), principal repetimos, para conseguir cambios en las cosas que nos pintaban como sagradas e inmutables.

Desde estas líneas, proponemos que se haga y que se difunda, la llamada a trabajar con el chaleco amarillo puesto, y a difundir y participar de las acciones que puedan surgir como contagio de la lucha en Francia. De momento, difundimos este video, primera piedra (esperemos que no sea la última) de la extensión de la lucha de Francia y Bélgica a nuestro país. El contenido del video no es responsabilidad nuestra ni sus reivindicaciones, que aunque entendemos son un buen punto de partida no deben ser algo cerrado. Y es que eso es lo bueno que tienen las revueltas. Que pueden acabar en revoluciones.

También añadimos algunas fotos memorables de la revuelta.

Salud y lucha.
TeleAfonica.net























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