Artículo publicado
en la Directa
Telefónica “gratificará” con 650 euros a 2400 trabajadores
y trabajadoras de diferentes empresas del grupo en España, que hayan estado
expuestos al contagio. Un total de 1,5 millones. De entrada parece una buena
noticia pero no todas las trabajadoras “premiadas” hemos dado saltos de
alegría. Muy al contrario, esta gratificación nos parece una muestra más de la
hipocresía de la empresa.
Teóricamente con este premio Telefónica quiere
reconocer nuestro “compromiso, implicación y esfuerzo excepcional” por ofrecer
un servicio esencial, de forma presencial, durante el periodo más álgido de la
pandemia y por el riesgo que esto ha conllevado. La empresa lo otorga en virtud
del artículo 153 del Convenio de empresas vinculadas, que reconoce como actos
heroicos aquellos que “con grave
riesgo de su vida o integridad personal, realice un empleado con el fin de
evitar un accidente o siniestro, o reducir sus proporciones”. A la hora de
fijar la cuantía se tiene en cuenta el “no hallarse de servicio o no estar
obligado a intervenir, así como la falta de medios adecuados o cualquier otra
circunstancia análoga" y, efectivamente, lo que no tuvimos fueron, en el
primer y peor momento, los medios adecuados.
En pleno estado de alarma, Telefónica, una de las
principales empresas de telecomunicaciones del mundo, que obtuvo 1.142 millones
de euros de beneficios el año pasado, ha podido realizar servicios esenciales
en lugares estratégicos porque ha expuesto la salud de sus trabajadores y
trabajadoras intentando escatimar el material adecuado para la prevención de
riesgos laborales. El personal esencial tuvimos que mendigar material y cuando
llegaba nunca era suficiente (no podíamos cambiar la mascarilla con la
frecuencia correspondiente, y ni siquiera pudimos escoger nuestra talla de
guantes, por ejemplo). De nuevo nos invadía esa sensación de tener que pelearlo
todo como siempre, y un premio como este no se llevará el miedo que pasamos, ni
la amarga sensación de que nuestra salud, y nuestra vida, no era lo más
importante para nuestra empresa en un momento tan crítico.
Después de todo eso llega un premio sin ningún
reconocimiento de los errores cometidos y la empresa, muy necesitada de mejorar
su imagen, nos utiliza para hacer una operación de marketing, y eso resulta intolerable. Intolerable porque, además,
el premio aumenta aún más la desigualdad entre trabajadores y trabajadoras, en
una estrategia buscada y sostenida en el tiempo para quebrarnos como colectivo
y acabar con la solidaridad de clase. Para empezar, este premio no lo recibirán
todos los que se expusieron sino solo las que somos plantilla directa. Todos
los compañeros que trabajan en las denominadas “empresas colaboradoras”, que
forman parte de una cadena infinita de contratas, subcontratas y autónomos en
la que se pierde toda la responsabilidad de la empresa, han sufrido la escasez
constante de mascarillas y guantes, y a pesar de ello han tenido que trabajar,
se les ha obligado a trabajar y, lamentablemente, algunos se han contagiado de
la enfermedad.
Este premio tampoco se ha otorgado al personal de
limpieza de las centrales de Telefónica, un colectivo que ha estado expuesto
desde el primer día, que ha estado un mes entero sin ningún tipo de protección
y que en algunos casos ha tenido que limpiar zonas donde habían estado personas
contagiadas, sin que nadie les avisara de esa circunstancia.
Los y las profesionales que hemos tenido que salir
a trabajar mientras los demás estaban confinados en casa, no queremos premios
por haber realizado nuestro trabajo y seguir vivos. Lo que queremos es que se
sepa y se comparta que ha sido la irresponsabilidad de personas concretas y
políticas concretas lo que nos ha convertido en héroes a la fuerza, sin que
muchos de nosotros quisiéramos serlo. Como personas trabajadoras, estamos
orgullosas de haber colaborado en momentos críticos, y de haber realizado
nuestro trabajo como siempre, lo mejor posible, pero no somos héroes ni heroínas,
y no queremos serlo. Queremos hacer nuestro trabajo sin jugarnos la vida. El
mejor premio para todos los trabajadores y trabajadoras sería darle la vuelta
de arriba abajo a una cultura empresarial que no ve personas sino mano de obra
reemplazable.
Telefónica podría haber destinado este dinero a
comprar material sanitario que, tanto el personal propio como el subcontratado,
vamos a seguir necesitando, o a dotar de conexión a todos esos hogares donde
aún hoy es imposible teletrabajar o recibir formación online.
Si esta crisis nos ha enseñado algo, es que solo la
solidaridad entre nosotros, los de abajo, nos salvará. Algunas hemos
encontrado, sin embargo, la manera de poder aceptar este premio injusto sin
sentirnos mal: destinándolo a la solidaridad y donándolo a aquellas entidades,
colectivos, redes de apoyo que han estado acompañando a las personas más
desfavorecidas y a aquellas que han sufrido y sufrirán las peores consecuencias
de esta pandemia. Desde el sindicato, animamos a quienes han recibido el premio
a que también lo hagan.
PD.
Pocos días después de recibir un escrito de felicitación por mi “heroicidad”,
me comunicaron por correo electrónico y de una manera muy impersonal que ya no
necesitaban mis servicios en el departamento objeto de reconocimiento y donde
llevo trabajando más de una década, y que en breve recibiría la formación
necesaria para llevar a cabo mi nueva actividad. Ninguna sorpresa, la misma
política poco humana de siempre de Recursos Humanos.
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