"Esto cada vez se parece más a la delincuencia organizada"
Con este titular el semanario catalán
La Directa nos dedica un articulo en su número 60, 5 de septiembre del 2007, en el que mediante una entrevista a
Francesc Queralt, explica cual es la situación laboral en el sector de las telecomunicaciones.
>>Telefónica tiene un único servicio de averías, con 1200 trabajadores repartidos en 70 empresas diferentes.
>>Casi un 30% son trabajadores inmigrantes, contratados en origen con unas deudas iniciales con la empresa: el pasaje, las herramientas de trabajo (incluso el ordenador) y el alquiler del piso al empresario, que a menudo hincha las cifras y mete a 16 personas en un piso donde sólo caben 6, obteniendo beneficios extra del alquiler y de las herramientas.
SUBCONTRATACIÓN EN TELEFÓNICA // Francesc Queralt, En Construcció.
“Esto se parece cada vez más a la delincuencia organizada”
El pasado julio, después de algunas trabas jurídico-legales del Departament de Treball, se pudo realizar con éxito la primera huelga general en las subcontratas de Telefónica de Catalunya. Un sector donde trabajan 1200 personas, que hacen exactamente el mismo trabajo y que están segregadas en 70 empresas diferentes, en una estrategia de debilitación de la defensa colectiva, de abaratamiento de costes de trabajo y de segregación empresarial profundamente neoliberal. Pasa aquí, en nuestra casa, en el paraíso “social” del tripartito. Con este trasfondo hemos hablando con Francesc Queralt, miembro de la plataforma de trabajadores y trabajadoras En Construcció y del Comité de Empresa.
¿Cómo valoráis la huelga del pasado julio?
De forma muy positiva. Es la primera vez que se produce una huelga de estas características, aglutinando trabajadores y trabajadoras precarias de diferentes empresas. Esto es un hito importante. Se ha roto el hielo que existía. Añadid que la mayor parte de estas empresas ni tan siquiera tienen comité de empresa. Y donde lo tienen, la gente los ha superado ampliamente por la izquierda. Incluso se han dado casos de negociación entre empresa y huelguistas, obviando al comité de empresa.
¿Ha habido algún cambio formal?
Allí donde ha habido un índice de huelguistas mayor, han comenzado a ofrecer ciertas mejoras a los trabajadores. Ahora persiguen romper la unidad de acción entre las plantillas. Esto tiene una parte positiva: donde más se lucha hay más frutos. Pero también negativa: si te borras de la lucha general a cambio de un acuerdo parcial, el nivel de lo que puedes conseguir disminuye mucho.
¿Cómo queda ahora la lucha?
Pasado el verano, hay que volver a la carga. La primera huelga era la más difícil. Ha salido bastante bien, con un paro importantísimo. A finales de mes habrá negociaciones entre la patronal y los sectores del metal de CCOO y UGT. Una reunión que anunciaron a bombo y platillo con el objetivo de reventar la huelga. Habrá que presionar a la patronal, pero también a CCOO y UGT. Sólo prevén tratar aspectos tangenciales de las reivindicaciones, olvidando las fundamentales: contratación fija, salarios y jornada. Es decir, aquellos aspectos que pueden aproximar, mejorar y equiparar las condiciones laborales.
¿Y cuáles siguen siendo las draconianas condiciones? ¿Bajo qué convenio colectivo trabajan?
Con el convenio del Metal, que es el primero que encontraron con salarios bajos y hala, este mismo. La cuestión era que no se equiparasen con el de Telefónica. Ellos tienen un salario fijo muy bajo, con una parte variable que obliga a trabajar muchas horas para alcanzar un salario mínimamente decente. Con jornadas de once o doce horas diarias para llegar, con suerte, a los 1500 euros. La contratación también es precaria, con un porcentaje de fijos que no llega al 10%. Estos factores determinan un aumento bien significativo de la siniestralidad. Cuando se informa de un accidente en las reuniones de Seguridad y Salud entre Telefónica y el Comité, siempre es en la contrata.
¿Trabajan el doble por la mitad?
Podríamos decir que sí, es una buena aproximación.
¿Hay un contingente importante de trabajadores venidos de fuera que sufren este tipo de explotación?
Sí, casi un 30% son trabajadores inmigrantes. Y las condiciones son todavía peores. Contratados en origen con unas deudas iniciales hacia la empresa. Ya deben el pasage, las herramientas de trabajo (incluido el ordenador) y el alquiler del piso al empresario, que a menudo hincha las cifras y mete a 16 personas en un piso donde sólo caben 6, obteniendo beneficios extra del alquiler, de las herramientas... En fin, una cosa que si no lo ves, no te lo crees.
¿Juegan con el miedo, también?
Sí. Amenazas de perder el trabajo y por tanto, el permiso de residencia. Son constantes. Pero cuando llevan aquí unos años, ya existe una red de conocidos, familiares y amigos, ya no hay tanto miedo y se arriesgan a luchar. Esto no quiere decir que no sigan recibiendo amenazas, que muchas veces se materializan.
¿Cómo se ha llegado a esta situación y cuál es el papel que juegan los grandes sindicatos?
Han abandonado a su suerte este sector, como a tantos otros. La situación es de un abandono total. En Telefónica, han pactado la desaparición progresiva de la plantilla fija y con derechos a cambio de que no sea demasiado traumática y de una sustancial participación en la gestión del fondo del Plan de Pensiones. Esto implica mirar hacia otro lado cuando pasan cosas en el mundo de la precariedad. Y si ahora han aparecido en un momento clave de la movilización, será para frenarla y hacerla pasar por el tubo una vez más. Este es, a mi entender, el papel que juegan hoy en día los grandes sindicatos.
¿Y la Administración Pública y la Inspección de Trabajo?
Con todo el respeto hacia estos organismos y hacia la gente que trabaja ahí o confía en ellos, creo que poca cosa pueden hacer. Fundamentalmente, por falta de voluntad política y de unos medios absolutamente insuficientes para intentar cualquier acción de control o de sanción hacia las empresas que se enriquecen con la precariedad. La ratio de empresas por inspector de trabajo es escandalosa.
De Telefónica, desde Sintel hasta las stock options, ¿estamos ante la nueva economía de casino?
Sí. Esto se parece cada vez más a la delincuencia organizada. Si es que no lo es ya.
Y desde la privatización se ha visto de todo. Patrimonio público asaltado, permanente destrucción de puestos de trabajo...
La privatización de Telefónica, como la de RENFE, Correos, Endesa... requiere un substrato social desideologizado y desorganizado. Primero se genera un falso imaginario del “desastre” de la empresa pública, hasta que se piden a grito soluciones drásticas y se obvian las consecuencias humanas, sociales y laborales. Esto implica una triple connivencia Capital-Estado-Sindicatos. Forzosamente. Después están las responsabilidades y las colaboraciones individuales, que también cuentan.
Y las nuevas formas de resistencia sindical ¿por dónde pueden venir?
Pues de la pura necesidad de defenderte. De transmitir la experiencia de lo que ha pasado. De ensayar formas de coordinación y lucha que no se ajusten estrictamente a los canales legales. De innovar y aprender de las ideas de los otros. No lo sé, es una pregunta demasiado heavy para un simple telefónico. Entre todos y todas lo iremos viendo.
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Telefónica, catedral de la segregación.
Desde la concurrida ampliación de capital de 1967, las denominadas “matildes” popularizadas a través de los mass media por el actor José Luis López Vázquez –“¡Matilde, Matilde, he comprado telefónicas!”-, la multinacional española ha marcado uno de los trazos más paradigmáticos del capitalismo popular en el Estado español. En todos los sentidos de la feria de estafas de Telefónica. Antes y ahora, montada en el carro de la globalización, la compañía está empeñada en el tercer asalto ideológico de la historia universal para hacer añicos el movimiento obrero, a golpe de segregación. De las matildes a las stock options, de los despidos masivos a las jubilaciones forzosas, de la segregación kafkiana y la flexibilización extrema con beneplácito oficial hasta la degradación de las condiciones de trabajo y la recolonización de América Latina. En fin, ERE’s, OPV, parqués bursátiles, Aznar & friends, Villalongas y Aliertas y toda la letanía más neoliberal posible de la nueva fase de acumulación. El pucherazo del enriquecimiento fácil y el atraco a cara descubierta con absoluta impunidad. Todo esto a través de lo que, todavía hoy, está considerado legalmente... un servicio público.
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