Me dirijo
a los directivos Jesús Figueroa,
Mª Belén de la Hoz, y Alberto Cases, que el 4 de febrero de 2011
decidieron
hacer uso del artículo 52d para despedirnos a Mª Cruz y a mí, y
que aun
habiendo perdido tres juicios, uno nulo y dos improcedentes, han
persistido en
su decisión.
Os escribo desde mi cama, aquí en la central de Paralelo, en la improvisada habitación en la que hoy hace 11 días, cinco compañeros y yo, comenzamos la Huelga de hambre. Mientras buscaba, con la mirada perdida, cómo comenzar esta carta he visto colgada en el techo la manzana. No, no penséis, la cabeza va más lenta pero se mantiene lúcida; la manzana es real. La colgamos nosotros mismos el día que comenzamos. Supongo que era una manera de reírnos del hambre que íbamos a pasar, una manera de expiar ese demonio. Lo cierto es que, ocho días después, me doy cuenta de que hemos olvidado la manzana y el hambre.
Tenéis que
saber que a todas horas hemos visto
entrar, por la puerta de la tercera planta de Paralelo, a
compañeras y compañeros
que vienen a alimentarnos con la verdad que, durante muchos
años, había
permanecido oculta bajo el temor y la resignación. La verdad de
una plantilla
que sabe de vuestra obsesión por acabar con ella para poder así
externalizar el
trabajo y hacerlo más barato; gente que sabe que no os importa
en qué
condiciones trabajan autónomos, contratas y subcontratas
mientras vuestros
sueldos millonarios crezcan, y los accionistas sonrían felices
al conocer la
cuenta de resultados. Nos alimentan las personas que entran por
esa puerta y
nos abrazan porque saben que nos utilizasteis a Mª Cruz y a mí
para
atemorizarles a ellos; que saben que esto que habéis hecho con
nosotros es
inhumano, una agresión desproporcionada del fuerte con el débil,
exactamente,
una injusticia. Miro la manzana y no siento nada distinto al
mirar la silla, la
puerta, o el albornoz de Laurentino. Hoy comprendo más que nunca
que hay
nutrientes que no te da la comida ni el dinero; ese alimento
inmaterial te
permite levantar la cabeza y mirar a los lados, comenzar
lentamente a salir del
miedo y la obediencia, y tengo la certeza de que ese alimento le
hace bien a la
gente y a nosotros.
Durante estos
días hemos sentido a la gente
como un rumor que crece. Por aquí pasan también
colectivos de todo tipo, políticos y medios
para interesarse y darnos su apoyo. En lo personal estoy lleno
del calor y la
solidaridad de los compañeros, especialmente de los que han
decidido iniciar
esta huelga a mi lado. Y no me refiero sólo a los que no comen.
Me refiero al
medio centenar de personas que de una manera u otra también son
parte de esta
huelga.
Me
pregunto
si podéis imaginar la puñalada que me disteis aquel 4 de
febrero, y no
hablo en sentido figurado, hablo de quedarte sin aire, hablo de
24 años de vida
en Telefónica desplomándose en un instante sin previo aviso,
hablo de los ocho
meses que vinieron después, y de esta nueva puñalada de julio.
No sé si tenéis
la capacidad de poneros en la piel de una persona que sólo tiene
su trabajo
para subsistir, quizá os quede demasiado lejos, lo que sí sé es
lo que
esperabais. Esperabais que me fuera a casa a llorar y a
limpiarme las lagrimas
con la indignación; esperabais que asumiera la agresión
refugiándome en los 115000
euros de la indemnización, pero como veis os equivocabais de
persona. Aquel día
me fui directo al sindicato y aquí sigo. No es sólo el despido,
es la
manera en que me despedís, y lo que
representa para el colectivo. Marcos ya no es sólo un nombre,
Marcos ya no soy
yo, hay muchos Marcos que queréis hacer desaparecer de la
empresa, muchos
Marcos que están hartos del ninguneo y vuestra prepotencia y
esta huelga de
hambre marcará un antes y un después, de eso no hay duda.
Pero
no
penséis que esto es mérito de la huelga que estamos haciendo, la
huelga es
la reacción que vosotros habéis provocado. Pensad bien lo que os
voy a decir; antes
de despedirnos se habían eliminado ya 45000 puestos de trabajo
dignos y os
disponíais a terminar con 6500 más. ¿Hacía falta despedir a dos
personas por
bajas médicas? ¿Os dais cuenta lo clara que quedó vuestra
intención de
atemorizar a los candidatos al ERE? Y una vez ya estaban los
6500 prejubilados ¿Hacía
falta volver a despedirme después de un nulo y un improcedente?
¿Qué queréis
demostrar? ¿No os dais cuenta de que esta es una plantilla que
lleva sintiendo
la presión de saber que, sea lo antigua que sea, tenga el valor
profesional que
tenga, es una plantilla a exterminar? Los humanos somos
complejos, el miedo y
el sometimiento tiene un límite, y quizá os vendría bien hacer
converger
vuestro sentido del poder con el sentido humano que parecéis no
contemplar.
Vosotros no lo sabéis, porque lleváis aquí la mitad de tiempo
que nosotros,
pero hubo otro tiempo en el que las direcciones de esta empresa
tenían cierta
sensibilidad hacia la plantilla, hay casos concretos que podría
citar. Todos
hemos de aprender algo de nuestros antecesores, la historia es
algo de la que
todos hemos de aprender, vosotros también. Tenéis una
oportunidad idónea para
hacer un gesto, para cambiar el rumbo de la confrontación que
habéis provocado.
La
manzana se pudre, nuestros cuerpos se
deterioran, pero tenemos el ánimo satisfecho y listo para
comenzar otro tiempo
dentro y fuera de Telefónica.http://huelgadehambreentelefonica.blogspot.com.es/
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